Tras una pequeña ruta por la Selva Negra llegamos a Friburgo, ciudad universitaria por excelencia. Solo hace falta dar un paso para darse cuenta del ambiente jovial y alegre que ofrece al visitante.
Considerada como la capital de la ecología de Alemania, esta ciudad está reconocida y protegida medioambientalmente. ¿Qué quiere decir esto? Que para circular y aparcar por algunas zonas de la ciudad es necesario llevar un distintivo ecológico en el coche que justifique que el vehículo cumple con las obligaciones de emisiones de gases requeridas. Nosotras no teníamos ni idea así que tranquilamente aparcamos en el centro con el tíquet de la hora. Nuestra sorpresa fue mayúscula al llegar al coche. Teníamos multa. Como el coche era de alquiler aún no he tenido que pagar nada, pero ya os contaré si nos llega finalmente.
Un ejemplo de esta ecología es el curioso barrio de Vauban, al sur de la ciudad. Conocido mundialmente por su urbanismo sostenible y por vivir sin coches!!! Algunas de las principales características de este singular barrio son: los únicos medios de transporte permitidos son los autobuses, el tren y el tranvía; tanto la planificación como la construcción de algunos recursos fue llevado a cabo con la colaboración ciudadana en un proceso denominado desarrollo participativo; los edificios se construyen siguiendo un estándar de energía de bajo consumo, etc. Reitero lo del ejemplo, pero que sirva para el mundo entero, al igual que Malmö, en Suecia.
Como en muchas otras ciudades europeas, en Friburgo abunda al uso de la bicicleta como medio de transporte, lo que justifica los más de 400 kms de carril bici. También cuenta con tranvía. Da gusto deambular por el centro de una ciudad peatonal y Friburgo tiene esta característica.
Famosos son también los canales o riachuelos, con o sin agua, que aparecen en cualquier calle – Bächle -. Originariamente su finalidad era abastecer de agua a la población, pero hoy en día son un divertimento. Dicen que si metes el pie en uno sin darte cuenta es que vas a volver a la ciudad… Nosotras no lo metimos…
Friburgo es una antigua ciudad medieval y como tal aún conserva vestigios del pasado. Las puertas de la muralla que rodeaba la ciudad son los que mejor conserva. En la foto podéis ver la Puerta de Martín – Martinstor -, la más antigua de las dos torres existentes, construidas en el siglo XIII.
Además de esto hay mucho más que ver en la ciudad, pero con medio día, y teniendo en cuenta que en pleno invierno anochece antes de las 6 de la tarde, está aquí todo lo que os puedo contar. Lo demás lo debéis descubrir vosotros mismos, si algún día vuelvo, a pesar de no haber metido el pie en ningún riachuelo, os contaré más.
Para terminar, una peculiaridad: Friburgo es la ciudad alemana con más horas de sol, lo que le permite tener la media de temperaturas más cálida del país.